Imaginemos poder tumbarnos cómodamente y tener encima una pantalla enorme, curva, o mejor aún, esférica, donde podamos ver y maravillarnos con las historias que cuentan mitos y perfumes. ¡Sería realmente maravilloso! ¡Cosas para perder la cabeza y pasar días enteros en ellas! Quién sabe si algún día la tecnología podrá brindarnos algo tan prodigioso. Si LG, el líder indiscutible en pantallas, Apple y los mejores ingenieros informáticos no lograron triunfar en el sector, no desesperemos: todo esto ya existe. Solo que, distraídos como estamos, ocupados con mil cosas, hemos perdido la noción de ello. Los antiguos, en cambio, lo sabían y pasaban tardes inolvidables frente a él. Sobre nuestras cabezas, cada noche, el cielo nos habla de dragones, divinidades, mujeres hermosas, animales mitológicos y mundos fantásticos. Está, por ejemplo, el signo de la irresistible Ariadna, la amada de Teseo, quien, tras escapar del laberinto gracias a la estratagema del hilo ideada por ella, la abandona sola —con gran ingratitud— en la isla de Naxos. (¡De ahí, entre otras cosas, el dicho de plantar en Asso!). Fue en esa isla donde Baco —dios del placer y el cambio— conquistó a la joven y, tras entregársela como regalo, lanzó al cielo una corona de diamantes. Ese gesto transformó las nueve gemas que conformaban esa diadema en nueve estrellas brillantes. Se pueden admirar (en la Corona Boreal) en el firmamento estival. Y mientras Ariadna es retratada en obras de arte hermosa y alegre entre aromas y perfumes en los brazos de Baco, Teseo solo puede mirar al cielo con la nariz en alto pensando en ella. ¡Quien lo hace, lo espera!

Sin embargo, en primavera, época de renacimiento tras el invierno, el sol cruza el ecuador celeste y pasa al hemisferio norte, cruzando la constelación de Piscis. Cualquiera que haya nacido bajo este signo lo sabe.
Quizás desconozcan que en esa constelación habitan dos figuras extraordinarias de la mitología griega: Afrodita, diosa de la belleza, el amor y, podríamos decir, del coito; Eros, dios del deseo y el amor físico. En resumen, ¡una bomba erótica! Se dice que ambos, para escapar de los Titanes y, en particular, del monstruo Teseo, de cien cabezas y ojos que lanzaban fuego, tras esconderse en un juncal y ser descubiertos, se transformaron en peces y ascendieron al cielo, donde ahora se les puede admirar, mirando la constelación homónima en los días claros entre agosto y marzo. Afrodita ama los olores más que a nadie, tanto que es recordada como la Diosa de los Perfumes. Por otro lado, si bien estos se consideran una poderosa arma de seducción, solo ella pudo haber empuñado el cetro. Faón sabe algo al respecto, a quien Afrodita, en agradecimiento, le regaló un frasco de aceite perfumado. Ese aceite lo hizo atractivo e irresistible, tanto que todas las mujeres de Mitilene se enamoraron perdidamente de él. Quizás aquella vez la diosa exageró un poco, porque aquellas mujeres ardientes, atraídas por ese encanto incontrolable, resultaron ser la causa de la muerte del pobre Faón. Quien pereció así, amado y muy fragante.